Funciones en el Kafka

A partir del 7 de mayo, todos los sábados a las 20:00hs LAS PRIMAS O LA VOZ DE YUNA en el KAFKA, Lamabaré 866 CABA. Reservas al 4862-5439

sábado, 6 de noviembre de 2010

TEATRO-CRITICA
AGENCIA TELAM

GRAN TRABAJO DE MARCELA FERRADAS COMO UNA PINTORA CONFLICTUADA

Por Héctor Puyó
Buenos Aires, X de noviembre (Télam, por Héctor Puyo).- Marcela Ferradás confirma su porte de actriz al protagonizar "Las primas o La voz de Yuna", que con dirección de Román Podolsky y adaptación de ambos, se ve en el Teatro Nacional Cervantes.La acompañan Laura Ortigoza y César Bordón, a cargo de otros personajes femeninos y masculinos, más Federico Marrale como músico y generador de sonidos en escena, en una cuidada puesta donde lo visual subraya el carácter píctórico de lo que se trata.A partir de una novela de Aurora Venturini, una octogenaria brillante que fue pareja del historiador Fermín Chávez y exiliada en París a raíz de la llamada "revolución libertadora" de 1955, se arma una historia de fuerte impacto.Yuna Riglos (Ferradás) es una pintora "naif" de enorme éxito de mercado pese a ser una "minusválida reeducada", como ella misma se define. Esa discapacidad se traduce en un habla tortuosa que felizmente no obliga a la actriz a caer en demagogias.Ingenua aun en su madurez, incontaminada del arduo mundo en que le toca vivir, cuidadosa de su virtud y aterrada ante la posibilidad de perderla, la pone en riesgo con el profesor de dibujo que vende sus cuadros y con el que establece juegos peligrosos. La mujer deberá poner distancia con su familia, a la que llama "degenerada y maltrecha", y está integrada por una madre autoritaria, maestra de escuela de puntero en ristre, una hermana espástica de fuerte apetito sexual y otra enana, voraz, prostituta y asesina.Se dice que Venturini retrató sus propios vínculos familiares en la novela de 2007, cuando tenía 85 años de edad, en la que no escatimó descripciones fuertes y expresiones soeces para mostrar el rechazo que le producía su medio.Hay por cierto una cuestión generacional en el asunto, pues si bien el personaje está allí con su genio y su perplejidad, todo da la sensación de estar sucediendo en otras décadas, con otras pautas de conducta y una estética alejada. Así, el vestido de la pintora (de Luciana Gutman) parece una extensión de la planta escenográfica (de Jorge Ferrari), despojada de puntos de apoyo, que sólo aparecen cuando entra en escena una silla de ruedas o algún otro trasto.Todo da la sensación de estar planteado en las dos dimensiones de los cuadros que -aunque no se vean- pinta la protagonista, y en esa dualidad se desarrolla una acción de opuestos, que tiene un momento fuerte en la escena de la violación de la espástica con Yuna de testigo.Porque Yuna -cuyo apellido Riglos es sólo una cuestión de mercado- es permanentemente una testigo de la vida que le pasa y en la que sólo interviene para ser víctima: lo es cuando hay otro que vende sus cuadros y lo es cuando la hermana liliputiense la envuelve en un turbio casamiento con un famioso.Hay una indudable filiación cristiana en el personaje, emparentado con otros de la literatura universal, el teatro y el cine, destinados por fuerzas fatales a pagar por sí las taras de sus prójimos cercanos.Lo interesante es cómo ese infierno es presentado por el director Podolsky, con una delicadeza que le permite sortear descripciones muy gruesas y a Ferradás transitar por su criatura con una actitud interior de una pureza que la impermeabiliza ante lo espeluznante.Ferradás no está sola en la comprensión del texto: César Bordón cumple con su habitual oficio en sus dos personajes -aunque podría limar algún exceso- y Laura Ortigoza descuella en su multiplicidad, con momentos de gran llegada a la platea.

"Las primas o La voz de Yuna" se ofrece en la sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815, de jueves a sábados a las 21.30 y domingos a las 21.(Télam).-
hp

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