Funciones en el Kafka

A partir del 7 de mayo, todos los sábados a las 20:00hs LAS PRIMAS O LA VOZ DE YUNA en el KAFKA, Lamabaré 866 CABA. Reservas al 4862-5439

sábado, 27 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

Blog de Teatro LA DIOSA BLANCA
Sobre LAS PRIMAS o LA VOZ DE YUNA
viernes 19 de noviembre de 2010

http://la-diosablanca.blogspot.com/2010/11/sobre-las-primas-o-la-voz-de-yuna.html

Por IGNACIO APOLO
El jueves fui a ver LAS PRIMAS o LA VOZ DE YUNA, adaptación de Marcela Ferradás y Román Podolsky de la novela “Las primas”, de Aurora Venturini, al Teatro Nacional Cervantes (Av Córdoba 1155; tel: 4815-8883)

Veo una voz
El notable escritor y psiquiatra Oliver Sacks titula así su libro sobre la ignota, bella y digna de defensa Lengua de Señas de los sordos. La frase está quizás inspirada en un poema y trata de lo imposible y de lo humano. La voz, la palabra, eso que es una novela, transformada en un lenguaje de tres dimensiones. Lo imposible para los sordos pre-lingüísticos –los niños que nacieron sin audición o la perdieron mucho antes de adquirir el lenguaje oral- es vivir sin una lengua. La lengua de señas deviene, si se los pone en contacto con ella, su cultura, su devenir humano. Citando a un precursor de la defensa de estas lenguas, “los que no la entienden no pueden comprender las posiblidades que proporciona a los sordos, el poderoso influjo que ejerce en la felicidad social y moral de las presonas privadas de audición, ni su capacidad asombrosa para transmitir el pensamiento a inteligencias que sin él se hallarían en una oscuridad perpetua. Tampoco pueden apreciar la importancia que tiene para los sordos. Mientras haya dos personas sordas en la superficie del planeta y se encuentren, se usarán señas” (J. Schuyler Long, The Sign Language, 1910).La novela (toda novela, quizás esta más que otras) de Aurora Venturini es, profundamente, la creación –el encuentro- de una voz. En este caso es la voz de Yuna, la “minusválida re-educada”, la artista plástica que recuerda y enuncia, pura palabra, pura voz, extrañamente pronunciada, humanamente constituida. Román Podolsky y Marcela Ferradás ofrecen, con preciso arte, tal vez la misma metáfora de aquel poema sobre lo imposible y lo humano: ver esa voz.

Síntesis argumental
Una destacada artista plástica, en ocasión de recibir un premio, agradece y recuerda, reflexiva y confidente, los hitos de su cruel historia familiar. La deformidad, en todos los aspectos, es una poética de la forma.

Muy Ferrari, muy Podolsky
Uno entra a la Orestes Caviglia y ve la escenografía recta y pura, el claroscuro armónico en el piso, el color pleno, y dice “muy Ferrari” (maestro escenógrafo). Uno ve la apertura-marco de una casa/caja, duplicada, y dice “muy Podolsky” (maestro de aperturas y cajas cuadradas, chinas, que contienen el corazón y la razón de las criaturas más “podolsky”, las ventanucas de Harina, la caja dentro de otra caja en Aureliano). Y de las geométricas entrañas sale una mujer, que entona…

Deformidades
La minusvalía, la deformidad y el arte plástico son tema, aunque fueron forma. La particular humanidad de la voz de Yuna (trabajada con maestría por Ferradás) proviene de una dificultad de articulación, una dificultad patológica, clínica, que a poco de avanzar se descubre mítica: una familia (más específicamente, un vientre materno) que no produce otra cosa que minusválidos y deformes. La sencilla crueldad, casi fría (“casi”, porque los ojos de Ferradás ofrecen casi siempre ese límite que toca la boca del estómago), es contundente. La línea recta Ferrari (aquella de Rey Lear), el plano de color, la mancha monocromática del piso y del vestido de Yuna, acentúan el dolor. Yuna habla de dolores y vivencias convertidas en telas plásticas que no vemos. Lo que vemos es el terrible y a la vez humorístico comentario de la puesta.

Los otros, los terribles
Todos los otros son Yuna. Ella, voz múltiple de la novela, los convoca expandidos en los dos varones de César Bordón y las cuatro mujeres de Laura Ortigoza que, muy expresivamente, son individuo y genealogía, y son multitud (notable trabajo actoral del detalle, el cambio, la expresividad). Todo, excepto la voz de Yuna, es terrible: cruel, criminal, violento, deforme, prohibido, reprimido, fatal. En breve y sincera enumeración (los que no la hayan visto pueden saltearse esta oración), la obra no se priva de maltrato, engaño, corrupción, tortura, violación, asesinato. Y sin embargo, la voz de Yuna. Es la voz de Yuna. Es la poética voz de Yuna. Es el modo en que una voz puede “transmitir el pensamiento a inteligencias que sin él se hallarían en una oscuridad perpetua”. Es la tesis sobre lo humano que proviene de lo terrible. El modo de contar un tema que fue forma, una forma que deviene tema.La voz, como las telas, como el arte, como una seña entre dos sordos, comunica, redime, constituye.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Crítica
Pan y teatro AM 1110
Por Moira Soto
"Marcela Ferradás hace una labor memorable, extraordinaria: hace un difícil trabajo con la dicción y además entra en la cabeza de su personaje, en sus vivencias y lo transmite sostenidamente a través de la obra."
"Laura Ortigoza, una actriz de calidad."
"Espectáculo visualmente atractivo con unidad de estilo entre la escenografía y el vestuario."

Escuchá la reseña completa del espectáculo clickeando en el siguiente link:

http://www.panyteatro.com/

sábado, 6 de noviembre de 2010

TEATRO-CRITICA
AGENCIA TELAM

GRAN TRABAJO DE MARCELA FERRADAS COMO UNA PINTORA CONFLICTUADA

Por Héctor Puyó
Buenos Aires, X de noviembre (Télam, por Héctor Puyo).- Marcela Ferradás confirma su porte de actriz al protagonizar "Las primas o La voz de Yuna", que con dirección de Román Podolsky y adaptación de ambos, se ve en el Teatro Nacional Cervantes.La acompañan Laura Ortigoza y César Bordón, a cargo de otros personajes femeninos y masculinos, más Federico Marrale como músico y generador de sonidos en escena, en una cuidada puesta donde lo visual subraya el carácter píctórico de lo que se trata.A partir de una novela de Aurora Venturini, una octogenaria brillante que fue pareja del historiador Fermín Chávez y exiliada en París a raíz de la llamada "revolución libertadora" de 1955, se arma una historia de fuerte impacto.Yuna Riglos (Ferradás) es una pintora "naif" de enorme éxito de mercado pese a ser una "minusválida reeducada", como ella misma se define. Esa discapacidad se traduce en un habla tortuosa que felizmente no obliga a la actriz a caer en demagogias.Ingenua aun en su madurez, incontaminada del arduo mundo en que le toca vivir, cuidadosa de su virtud y aterrada ante la posibilidad de perderla, la pone en riesgo con el profesor de dibujo que vende sus cuadros y con el que establece juegos peligrosos. La mujer deberá poner distancia con su familia, a la que llama "degenerada y maltrecha", y está integrada por una madre autoritaria, maestra de escuela de puntero en ristre, una hermana espástica de fuerte apetito sexual y otra enana, voraz, prostituta y asesina.Se dice que Venturini retrató sus propios vínculos familiares en la novela de 2007, cuando tenía 85 años de edad, en la que no escatimó descripciones fuertes y expresiones soeces para mostrar el rechazo que le producía su medio.Hay por cierto una cuestión generacional en el asunto, pues si bien el personaje está allí con su genio y su perplejidad, todo da la sensación de estar sucediendo en otras décadas, con otras pautas de conducta y una estética alejada. Así, el vestido de la pintora (de Luciana Gutman) parece una extensión de la planta escenográfica (de Jorge Ferrari), despojada de puntos de apoyo, que sólo aparecen cuando entra en escena una silla de ruedas o algún otro trasto.Todo da la sensación de estar planteado en las dos dimensiones de los cuadros que -aunque no se vean- pinta la protagonista, y en esa dualidad se desarrolla una acción de opuestos, que tiene un momento fuerte en la escena de la violación de la espástica con Yuna de testigo.Porque Yuna -cuyo apellido Riglos es sólo una cuestión de mercado- es permanentemente una testigo de la vida que le pasa y en la que sólo interviene para ser víctima: lo es cuando hay otro que vende sus cuadros y lo es cuando la hermana liliputiense la envuelve en un turbio casamiento con un famioso.Hay una indudable filiación cristiana en el personaje, emparentado con otros de la literatura universal, el teatro y el cine, destinados por fuerzas fatales a pagar por sí las taras de sus prójimos cercanos.Lo interesante es cómo ese infierno es presentado por el director Podolsky, con una delicadeza que le permite sortear descripciones muy gruesas y a Ferradás transitar por su criatura con una actitud interior de una pureza que la impermeabiliza ante lo espeluznante.Ferradás no está sola en la comprensión del texto: César Bordón cumple con su habitual oficio en sus dos personajes -aunque podría limar algún exceso- y Laura Ortigoza descuella en su multiplicidad, con momentos de gran llegada a la platea.

"Las primas o La voz de Yuna" se ofrece en la sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815, de jueves a sábados a las 21.30 y domingos a las 21.(Télam).-
hp